Llevábamos unos tres meses preparando el evento. Ellos en Sevilla, nosotros aquí. Ellos, decidiendo menús, haciendo maletas, acumulando expectativas. Nosotros, reservando habitaciones, preparando ceremonias de recibimiento, afilando poemas o canciones. Pero ¿quienes son ellos? Pues... la Asociación Cultural sevillana "Cuadernos de Roldán" que resulta que, animados por la poeta Rosario Cartes, habían escogido nuestro pueblo como lugar de estancia y tema literario - pictórico de su capítulo nº 97 de esa estupenda colección de libretos que publican periódicamente en una impar actividad cultural. Nosotros... ya se sabe quienes somos: unos cuantos quijotes que estamos sacando adelante unas actividades culturales, según dicen, con bastante éxito. Al menos, con personal satisfacción nuestra y con reconocimiento y apoyo moral de quienes se nos acercan.
Eran unos setenta. Estuvieron aquí el viernes 28 y el sábado 29 del pasado febrero. Les hicimos el primer día una recepción poética protagonizada por el propio Federico García Lorca, los acompañamos por los barrios del pueblo, por el castillo, por el museo de la miel, por las tiendas de "shopping", como ahora se dice. Practicaron lo que ellos llaman la "vasografía", bien acompañada del estupendo tapeo que por aquí se ofrece... Dejaron para otras ocasiones más relajadas el uso de las instalaciones de balneoterapia... Y el sábado por la tarde, después de una estupenda comida que nos ofreció, con la positiva actitud colaboradora de siempre, el hotel España, montamos el numerito.
Entre el centenar de asistentes al acto, había más de sesenta artistas entre poetas y pintores que habían participado con su obra en la confección del librito (ya lo traían editado y nos regalaron un ejemplar a cada uno de los colaboradores). La mitad de éstos eran de aquí, de nuestro pueblo, para satisfacción nuestra y reconocimiento de ellos. Todos tomaron su turno de lectura de su poema o explicación de su cuadro, venciendo timideces o expresando alegrías. Un fin de fiesta magnífico nos ofrecieron José Antonio Jiménez Bueno al piano y su hija Carmen al clarinete, con música lorquiana, como lorquianas fueron las canciones que interpretó José Antonio Ramos. Poemas de Elena Martín Vivaldi, Rafael de León y Benítez Carrasco cerraron el acto en medio de la común satisfacción.