El
vientohombrón la persigue
con
una espada caliente
El viento del oeste nos incordiaba
constante, molesto, insistente.
No nos dejaba oírnos. Peleaba por quitarnos los papeles
de las manos, las palabras de la boca. No era potente para arrastrar una silla
pero era incordiante como grupo de moscas de finales de verano.
Allí estábamos: en nuestro común sentir por la ausencia
secular de Federico. Cada uno dijo, leyó, su sentir. Molesto por tener que
mantener una pelea verbal con el viento.
No, la luna no vino a la era a traernos sus reflejos de
plata ni a calmar con su presencia los solpidos de Eolo. Estaría ocupada en
otros menesteres más importantes. O acaso huyendo de los gitanos de la fragua,
con un niño de la mano.
Entre las presencias se notaban las ausencias de los holandeses
Vim y Ayna, o de los jóvenes hermanos Elvira, esperanza de futuro, o del
jovencísimo poeta Saúl… Pero las nuevas presencias de tres voces cañaretas y
algunas otras, con las de los fieles desde el primer día, dieron al acto una
solidez futura segura. Y alguna presencia más nos llenó de satisfacción:
Eduardo Castro y su esposa Reyes. Su valor personal, su apoyo a la Asociación,
sus hermosas palabras antiviolencia, antivenganza, su insistencia ejemplar con
su “No se ha muerto: lo han estado matando, matando” que
nos dejaron un puño en el estómago… El viento seguía su pelea y consiguió la
retirada de alguna voz con guitarra pero no pudo con la guitarra y la voz de
J.A. Ramos. Sí consiguió una lamentable urgencia de final por sus ráfagas
demasiado frescas…¡Con lo bien que nos hubieran venido en las tórridas noches
precedentes! Daban ganas de gritarle: ¡inoportuno!... ¡Vade retro!
Ana Vega fue la estrella de la noche. Primero, recitando con la energía de su joven voz. Al final, con una sublime tarta de dioses
Los que nos quedamos unos minutos revisando olvidos o cerrando verjas podemos asegurar que en esos momentos, de pronto, desapareció el viento. Ni siquiera se convirtió en “…una brisa triste por los olivos”… Se fue de pronto. ¿Victorioso, derrotado? No sé. Ojalá no vuelva.