Ya
desde principios de la semana andábamos consultando el pronóstico del tiempo.
El ventarrón del año pasado nos había dejado su huella, todavía viva. No había
nada que temer. El mismo jueves 17 se levantó un poco de aire a mediodía aunque
no parecía preocupante. Pero ya se sabe que nuestra era del Viso estaba puesta
allí precisamente para aprovechar sus aires en el venteo de la paja entrigada...
O sea, que estábamos "una mijilla
preocupaíllos," pero todo fue bien. Noche cerrada, oscura, deslunada. Su
transparencia nos daba una imagen nítida de las luces del pueblo y de las
viviendas rurales del entorno.
Y
llegó el momento. “Buena noche, amigos. Bienvenidos. Hola Federico, que estás
en la tierra y en los cielos.”
Allí
estábamos todos, presentes y ausentes. Éstos, atados a sus ausencias por
diversas causas. Los presentes, unidos en el homenaje de cada uno.
Uno
tras otro se acercaban a los micrófonos con palabras dolidas para Federico. Fue
novedad Analía Gómez, argentina que anda ejerciendo su profesión de médico por
estas tierras. Nos trajo una resumida crónica de la presencia del poeta en
Buenos Aires, de contenido histórico muy interesante.
Y Rafa Morente (¡qué
alegría tu inesperada presencia, amigo!) nos sobrecogió con su poema “Tic-tac”
sobre las últimas, angustiosas horas de Federico. Esta vez, seis amigos de
Cáñar acudieron a la conmemoración, liderados por el impar Antonio Custodio (“¡Prometo
acudir cada año mientras me lo permita la vida!”). Isa Gálvez, cañonera residente en Madrid, nos recitó, con su templada voz de actriz, una selección de Yerma.
Y
estaba, por supuesto, Onda Alpujarra-Costa (como se llama ahora Onda Órgiva)
con sus tres magníficos –Analía, Rafa, Roberto- trasladando el acontecimiento
al mundo colgado de las ondas: dando extensión multitudinaria al acto pero sin
multitud, como queríamos.
Bueno,
Bien. Todo tranquilo. Noche limpia. Aire en calma… ¿En calma? Bueno, sí, pero
no: como un niño juguetón y revoltoso andaba por allí revolcándose en la hierba
y, cuando le parecía, se acercaba silente al atril y nos quitaba los papeles de
las manos. Los dejaba tirados al pie y huía, desaparecía… para volver cuando le
parecía a incordiarnos unos segundos. Las imágenes de Onda Alpujarra lo atestiguan.
Pero era un airecillo simpático al que vamos a adoptar para que esté con
nosotros cada año, nos refresque y vigile para no dejar aparecer por allí al grandote, al
viento-hombrón.
¡Ah!
Y estuvo allí Ana María Rosillo, dueña de la era y mantenedora incondicional
del evento. Llegó con el acto comenzado, se acomodó en una piedra, se marchó
antes del final… silenciosa, alejada del protagonismo, prudente. No pudimos ni
dedicarle un saludo, pero reconocemos su esfuerzo quienes sabemos de sus
limitaciones físicas.
¿Y
qué más? Pues la enlatada voz de Camarón traída por Raúl y la voz de contralto
de Dori con el cuento de “La viudita del conde Laurel”. Y varias intervenciones más de otros presentes, que a eso fueron. Asiduos de otros años.
Los
textos leídos quedan depositados en un bote de vidrio y enterrados bajo una laja
cualquiera de la era. Como los años precedentes. Palabras que acompañan a
Federico en el mundo subterráneo en el que habitan sus huesos. Enterrados vivos.
El enlace siguiente recoge el acto completo realizado por Onda Alpujarra-Costa:
https://www.facebook.com/100063474101626/videos/276654405071713
Prensa
https://www.granadahoy.com/provincia/Lanjaron-Lorca-estancias-Alpujarra-asesinato_0_1822318380.html