martes, 20 de agosto de 2013

Lanjarón rinde homenaje a Federico García Lorca en el 77 aniversario de su asesinato

 La asociación cultural Juan Gutiérrez Padial rindió la pasada noche un emotivo homenaje al poeta granadino Federico García Lorca en el 77º aniversario de su asesinato. El Hotel España, dónde el poeta y su familia pasaran los veranos, se convirtió en el espacio encargado de albergar el recital de poesía y música al que vecinos y visitantes acudieron a rendir homenaje a nuestro poeta universal. Una noche mágica en la que los valores de libertad y cultura que caracterizaban la figura de Lorca fueron los protagonistas.

Las únicas armas de Federico fueron los versos, la metáfora y la música convirtiéndose en uno de los referentes intelectuales de la época, en una de las figuras literarias más importantes de nuestra historia. A sus 38 años, entre el 17 y 18 de agosto era asesinado entre fusiles a manos de los sublevados.

Asesinado…e inmortal, le robaron la vida al más grande soñador de nuestra Granada. Una de las miles de víctimas que hace 77 años, sin justicia, sin razón….eran asesinados. Y en una cuneta la cultura española murió esa madrugada.

Vaya desde aquí nuestro homenaje a la lucha de todos los familiares de las víctimas del franquismo por la justicia histórica.

Que nunca se olvide la historia.

Romance Sonámbulo
A Rosa Giner y Fernando de los Rios

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

*

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

*

Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo.
Ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No veis la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo.
Ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

*

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.

*

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

*

Sobre el rostro del aljibe,
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña


 
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